martes, 30 de mayo de 2017

EVALUACIÓN EDUCATIVA

EVALUACIÓN EDUCATIVA

Bordeando el concepto de evaluación educativa Parece que en la naturaleza racional del hombre se encuentra inmerso el enjuiciamiento acerca de su entorno. No por casualidad existen la maledicencia y la “benedicencia”, antítesis entre sí y la última considerada como una virtud y muy ligada a la “caridad”. Plantear que alguien, e incluso nosotros mismos, ha actuado con maledicencia o con benedicencia, ¿no es una forma de juicio moral? Si rastreamos el concepto evaluación, lo encontraremos en las Sagradas Escrituras, y no en pocas ocasiones, por mencionar un origen algo remoto. Considerando el verdadero significado de la palabra, es decir, su etimología, tenemos que evaluación (el acto de señalar el valor de una cosa) procede del antiguo francés value: valor, participio pasado de valoir: valer; y éste proviene de valere: ser fuerte, tener valor. Como bien sabemos los hispanoparlantes, el sufijo de sustantivos verbales “-ción” significa acción y efecto; sin embargo, también puede denotar objeto y lugar (Aznar y Alarcón, 2006). De esta manera es posible comprender que el término evaluación hace referencia a la acción y efecto de evaluar, lo cual nos remite a valorar cuán bueno o malo es el “objeto” evaluado, considerando desde luego “objeto” en sentido figurado y no denotativamente.

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